La diosa Gaia, también llamada Gea, pertenece al panteón preolímpico de la Grecia clásica. Los romanos la llamaron Terra. Es la “madre de todos”. Algunas fuentes indican que Gaia podría ser la derivación de una diosa anterior de la vida y la muerte.
Pero lo más curioso es que Gaia nos suena a todos por otros motivos. En los años 70 del siglo XX se publicó la llamada “hipótesis Gaia” que venía a decir que la bioesfera de la Tierra es un sistema autorregulado, que la vida propiciaba las condiciones para la propia vida.
Esta hipótesis fue formulada por el químico James Lovelock, pero el nombre de Gaia fue sugerido por el premio Nobel William Golding (conocido por escribir “El señor de las moscas”).
Aunque no era la idea básica detrás de la hipótesis Gaia, surge la idea metafísica de la Tierra como un gran ser vivo del que somos parte. De esta forma se expresa la idea de que debemos respetar los ecosistemas de la Tierra como nuestro hogar.
Otros autores, por ejemplo Isaac Asimov, aprovecharon las ideas detrás de esta hipótesis para contar en sus novelas un destino utópico para la humanidad (Los Límites de la Fundación).