Para la mayoría de las personas, un árbol es poco más que un… árbol. Para un grupo algo más avispado, un árbol puede ser un roble, un pino, una encina, un tilo… Pero todavía existe un tratamiento mucho más personalizado para un árbol: se trata de darle un nombre propio.
No un nombre científico de especie, sino un nombre de pila individual. Hoy vamos a hablar de uno de estos árboles que recibió el bonito nombre de Yggdrasil.
Yggdrasil
Yggdrasil no es un nombre con el que tengamos que lidiar a menudo, al menos sería lo esperable, porque es propio del nórdico antiguo. Si ha llegado hasta nuestros días es porque este árbol fue muy, pero que muy importante para la cosmogonía nórdica.
Baste decir que Yggdrasil era el centro del mundo y el nexo de unión entre los 9 reinos. Y para más datos, Yggdrasil era un fresno.
Un fresno enorme
¿Has visto alguna vez un fresno en su total desarrollo? Son árboles imponentes. Poca gente sabe que los fresnos atraen a los rayos, como también lo hacen los robles. Atraer a los rayos no es algo baladí y, por supuesto, causa miedo y estupor.
Otra cosa impresionante que hacen los fresnos es segregar una especie de melaza de sus hojas y corteza. Si el rayo hace temibles a los fresnos, la melaza los hace deseables. Volvamos a Yggdrasil.
Yggdrasil y los nueve reinos
Se dice de él que rezumaba miel y que era tan portentoso que sostenía 9 mundos o reinos.
El reino de los humanos estaba situado en su tronco, a medio camino entre los reinos sombríos de la raíz, poblados por elfos oscuros, enanos, muertos y oscuridad, y los reinos luminosos de la copa.
Los mejores reinos, por supuesto, estaban situados arriba en la copa superior del árbol. A ver si adivinas cuál era el reino más elevado, el más sublime, allí donde vivía Odín… era Asgard. El mismo que sale en las películas de Marvel.
Y efectivamente, para entrar y salir de Asgard había que cruzar un puente que en realidad era un arco iris.
Yggdrasil se apoyaba en tres raíces que se alimentaban de sendas fuentes de agua y estaba custodiado por tres entes femeninos que, de alguna manera, eran las encargadas de cuidarlo, teniendo de este modo el destino de los 9 reinos en sus manos.
Son las tres nornas: Urd (lo que ha ocurrido), Verdandi (lo que ocurre ahora) y Skuld (lo que debería suceder).
Porque por muy dioses que fueran los habitantes de Asgard, por muy sagrado que fuera Yggdrasil y por muy poderosos que fueran todos los individuos de cada uno de los reinos, todos ellos estaban bajo el poder del destino final, que no era otro que el Ragnarök.
Ragnarök y el muérdago
A modo de juicio final, el Ragnarök suponía la destrucción de Yggdrasil y, con él, el fin de los 9 mundos.
Una curiosidad herbal acerca del Ragnarök es que el causante de su inicio estaba escrito que sería… el muérdago.
Efectivamente, se decía que Loki, dios del engaño, mataría a Balder, dios de la paz, la luz y el perdón, al clavarle el muérdago en el corazón. Porque el muérdago era la única planta que no había sido obligada a realizar el juramento de no herir a Balder, al considerarse una planta inofensiva. La muerte de Balder, a su vez, condenaría a Loki y acabaría provocando que uno de los terribles hijos de Loki, el lobo Fenrir, desencadenara el Ragnarök.
En fin, una saga mitológica llena de animales, plantas y dioses muy interesantes.
Mientras no llegara el Ragnarök, Yggdrasil tenía que lidiar con sus propios problemas: el dragón Nidhogg, que muerde día y noche una de sus raíces; los ciervos, que comen las hojas de la copa; las idas y venidas de la liante ardilla Ratatosk entre el dragón Nidhogg y el águila sin nombre junto al halcón Vedrfolnir.
Todas estas circunstancias aparecen reflejadas en las imágenes que nos han llegado de él.
Vords y árboles protectores
Si conocemos algo de Yggdrasil y las bestias y dioses que lo acompañan en su relato es gracias a las compilaciones del siglo XIII de prosa y poesía Edda. Yggdrasil puede inscribirse en las tradiciones nórdicas de los vords.
Los vords son espíritus guardianes que acompañan a una persona desde su nacimiento hasta su muerte. A menudo los árboles muy viejos cerca de una casa eran adoptados como vords; generalmente se trataba de árboles de gran tamaño como los fresnos, los tilos o los olmos. Por supuesto, esos árboles eran intocables y la familia podía incluso adoptar el nombre del árbol como nombre de familia, aunque esos árboles no tenían nombre propio sino únicamente genérico.
Existió también la tradición de plantar árboles encima de los túmulos funerarios, de modo que las raíces del árbol se alimentaran de alguna manera de los muertos allí enterrados y, a su vez, estos pudieran llegar a los reinos superiores escalando por su tronco.
Estos árboles fueron ferozmente talados con la llegada del cristianismo, pero algunos resistieron hasta el siglo XIX. En 1874 fue talado un enorme abedul que crecía sobre un túmulo funerario junto a una granja en el oeste de Noruega. A este abedul todavía se le ofrecía cerveza durante los festivales, regando con ella sus raíces.
Se considera que los pilares o troncos sustituyen a los árboles sagrados en lugares donde no era posible que estos progresaran, como por ejemplo en ciertas partes de Islandia. Otros árboles conocidos y de gran prestigio fueron el roble de Thor en Geismar, el árbol sagrado de Uppsala y el Irminsul. Todos ellos reflejan ese Yggdrasil prototípico del mundo nórdico.
Una pequeña reflexión
De modo que ahora, cuando pases al lado de un fresno, adopta una actitud respetuosa, no sea que provoques al dragón, al lobo o al águila que lo habitan.
Y si puedes, dale las gracias por la sombra y la protección que te brinda, rezando para que el día del Ragnarök todavía se encuentre lejano.
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