Esta diosa recibía el nombre de Artemisa en la mitología griega y Diana en la mitología griega. Se la conoce por ser la diosa de la caza, pero también era la diosa de la naturaleza salvaje. Se decía de ella que era raro verla cerca de las ciudades.
Artemisa le pidió a su padre, entre otros regalos, poder mantenerse virgen. Tan celosa de su virginidad era que cuando el cazador Acteón, un mero mortal, osó mirarla en el bosque mientras se bañaba, lo convirtió en un ciervo y dejó que sus propios perros lo devorasen.
Algunos historiadores creen que Artemisa era una diosa anterior a los mitos griegos y que fue recogida por estos como divinidad. Artemisa era una figura femenina activa y nada dócil vinculada al mundo salvaje.